En el imperio Romano los baños eran una actividad social por excelencia. El baño no sólo cumplía una función higiénica, sino que era un nivelador social al que concurrían hombres y mujeres, libres y esclavos. Era además asociado al placer y en las ciudades grandes como Roma era frecuente que el baño implicase promiscuidad, por lo que los cristianos y los filósofos se negaban a participar de él y acudían a bañarse un par de veces al mes. La relación con el paisaje existía, pero más que localizar los baños en un lugar especial en el paisaje, como en los casos anteriormente mencionados, el paisaje era creado artificialmente para deleite de los bañistas.
El caso que nos ocupa es el de los baños de Caracalla, las termas más grandes que sobreviven hasta hoy y las segundas más grandes en haberse construído, después de las de Diocleciano (en español, estos baños "termas", voz que proviene del griego "thermos" (θερμός), que significa "caliente").
Tamaño comparativo de algunas de las Termas construidas en Roma.
Este complejo fue iniciado por el emperador Septimo Severo en 206 D.C y completado por Caracalla entre 212-217 DC. Posteriormente, otros emperadores como Elagábalo y Alessandro Severo complementaron la obra o la refaccionaron. El edificio fue destruído por un terremoto en 847, aunque ya desde 537 no podía ser usado ya que los canales de agua fueron destruídos por una guerra.
Las Termas en ruinas en el siglo XVII, enterradas varios metros.
Grabado de Giovanni Battista Piranesi (1720-1778)
El conjunto ocupa una extensión de 13 hectáreas y se ubica al inicio de la Vía Apia. El edificio principal tenía 228 m de largo por 166 de ancho y 38.5 de alto.
Ubicación de las Termas de Caracalla al inicio de la Vía Apia.
Además de los baños, incluía espacios de reunión, bibliotecas y hasta un pequeño estadio, pudiendo albergar hasta 1700 bañistas.
En el noreste se ubicaba el ingreso principal, flanqueado por pórticos en dos niveles que contenían locales comerciales. Tras atravesar los pórticos de ingreso, se encontraban breves jardines que precedían al cuerpo central. Tras el ingreso se llegaba a los vestuarios (apodytera), donde el usuario luego de despojarse de su ropas las dejaba en un estante. Posteriormente hacía ejercicio en el gimnasio (palestra) o recibía un masaje en alguno de los cuartos conexos. Las termas contaban con tres tipos de baños: fríos, calientes y tibios.
En la parte anterior se halla el Frigidarium, un gran salón conteniendo los baños fríos y que tenía una enorme piscina descubierta o natatio. En medio del edificio se hallaba el Tepidarium, que eran los baños tibios. Posteriormente iba al Caldarium, una especie de baños sauna, cuyas paredes eran calentadas a través de tubos huecos de terracota y cuya figura cilíndrica cubierta por una cúpula dominaba la parte posterior del conjunto.
A los costados se encontraban dos grandes salientes semicirculares que conformaban las bibliotecas. Al fondo, se ubicaba el estadio que sólo tenía graderías por un lado, escondiendo tras sí las enormes cisternas.
Uno de los aspectos que más llamó mi atención fue la impresionante escala del edificio. Este no era un templo o un palacio, era un equipamiento de uso público. Sin embargo la impresionante monumentalidad de la escala deja claro el mensaje de la arquitectura como instrumento simbólico del poder imperial.
El sistema constructivo combinó el uso del ladrillo cocido con el hormigón (opus caementicium) el cual era una mezcla de pequeñas piedritas y un mortero de arena y cal. Pero aun más impresionante es el complicado sistema hidráulico que servía a los baños.
El agua era traída de los manantiales de Subiaco, a 100 km de Roma, a través del acueducto Aqua Marcia y de allí se abastecía un ramo especial llamado Aqua Antoniniana. El agua llegaba a una enorme cisterna dividida en 18 compartimentos y una capacidad de 80,000 m3. Desde allí bajaba por gravedad a unos tubos y atravesaba los jardines rumbo al edificio.
Existían tres redes de túneles, hechos para facilitar la inspección y mantenimiento de las instalaciones: para agua, desagüe y almacenamiento de madera, que era usada en cerca de 50 hornos para calentar el agua.
El interior de las termas era magnífico. La piscina o natatio era descubierta y decorada con cuatro columnas de granito. Existían tambien grandes espejos de bronce para reflejar la luz solar. Las paredes tenían recubrimientos de mármol o estaban decoradas con frescos y cientos de estatuas se ubicaban en nichos en varios niveles.
Interior de las termas
Imagen 3D cortesia de Gordana Beaulieu
Interior de las termas
Imagen 3D cortesia de Altar4 Multimedia
Los pisos eran cubiertos de mosaicos blancos y negros, algunos de los cuales aun pueden ser apreciados en el lugar.
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