La Muralla y el campamento
La construcción de una muralla para los romanos tenía un carácter mágico. La línea por donde se levantará el muro era delimitada en el ritual de fundación de la ciudad y separaba la urbs del agger. En época republicana se construían con aparejo poligonal y la puerta en forma ojival por aproximación de hiladas, pero a partir del siglo III a.C. debido a la influencia griega comienzan a desarrollarse formas monumentales de amurallamiento, así como el empleo de la técnica del emplectom que consistía en dos muros de piedra (opus quadratorum) rellenos de tierra y cascotes. A finales del siglo II a.C. comienza la monumentación de las puertas que continuará Augusto con las dobles puertas con patio interior (procedentes del mundo griego), rodeado éste por altos muros. También son aportaciones de Augusto las torres cuadrangulares.
A partir del siglo III d.C. con la llegada de las invasiones, se construyen murallas de nueva planta por todo el
imperio y se refortifican las existentes. Se aumenta el grosor de los muros así como el número de torres que suelen ser semicirculares y se incrementan los elementos de defensa. La construcción de estas fortificaciones es encomendada al ejército mediante programas imperiales.
Los campamentos:
Denominados “castra o castro” los conocemos por hallazgos arqueológicos y por las descripciones de Higinio y Polibio. El campamento servía para albergar un contingente militar durante un periodo determinado de tiempo, así se dividían en:
Temporales hechos de madera y de pequeñas dimensiones y permanentes eran grandes y poseían buenas defensas. En su emplazamiento influía fundamentalmente la existencia de una fuente de agua en las proximidades. La plata era cuadrada en época republicana y rectangular en época imperial.
Para su construcción se comenzaba por excavar un foso y levantar una empalizada sobre un terraplén, ésta medía de 3 a 4 m y estaba formada por troncos atados entre sí. Para la muralla se empleaba la técnica del emplectom. La construcción se terminaba añadiendo torres, sobre todo en las esquinas y puertas. En el interior, el cuartel general se situaba en el centro, en torno a él se distribuían las residencias de los comandantes(praetorium) y los graneros; a continuación los barracones, almacenes y talleres; quedando en la zona perimetral las letrinas y los establos.
La expansión del poder romano se basó en la fortaleza de sus legiones. Los campamentos de legionarios aseguraban la protección de las provincias de tan vasto territorio, que abarcaba 60 millones de habitantes. El campamento militar, organizado siempre de la misma manera, era un reducto que imitaba la ciudad de Roma, un espacio romano asentado en medios provinciales.
Al final de la marcha, las legiones levantaban campamentos siempre con el mismo trazado, aunque el tamaño variaba según albergase una cohorte, una legión o un ejército entero. Si el ejército quedaba estacionado durante mucho tiempo, el campamento se convertía en semipermanente o permanente, siendo levantado con materiales más duraderos.
Rodeado por un foso y un muro y de planta rectangular, lo cruzaban dos grandes vías, que daban a su vez a cuatro puertas. Las partes principales eran el praetorium, donde se asentaba el Estado Mayor, el forum, para celebrar las asambleas militares y la sala de los estandartes, aedes signorum. También se situaba el tribunal, donde el gobernador administraba justicia, y el auguratorium, para la consulta augural de la voluntad de los dioses, que era realizada por el propio gobernador sirviéndose de manuales al uso. Las legiones se disponían en hileras paralelas de tiendas, en cuyos extremos se situaba la del centurión.
Según los relatos de los autores antiguos, en los campamentos romanos había buhoneros y prostitutas indígenas. También nos hablan de la baja moral de los soldados, que no tenían excesivo interés en volver a Roma para pasar a engrosar las filas de los desheredados de las ciudades. Además, muchos de ellos establecían sólidos vínculos con las poblaciones locales.
La expansión del poder romano se basó en la fortaleza de sus legiones. Los campamentos de legionarios aseguraban la protección de las provincias de tan vasto territorio, que abarcaba 60 millones de habitantes. El campamento militar, organizado siempre de la misma manera, era un reducto que imitaba la ciudad de Roma, un espacio romano asentado en medios provinciales.
Al final de la marcha, las legiones levantaban campamentos siempre con el mismo trazado, aunque el tamaño variaba según albergase una cohorte, una legión o un ejército entero. Si el ejército quedaba estacionado durante mucho tiempo, el campamento se convertía en semipermanente o permanente, siendo levantado con materiales más duraderos.
Rodeado por un foso y un muro y de planta rectangular, lo cruzaban dos grandes vías, que daban a su vez a cuatro puertas. Las partes principales eran el praetorium, donde se asentaba el Estado Mayor, el forum, para celebrar las asambleas militares y la sala de los estandartes, aedes signorum. También se situaba el tribunal, donde el gobernador administraba justicia, y el auguratorium, para la consulta augural de la voluntad de los dioses, que era realizada por el propio gobernador sirviéndose de manuales al uso. Las legiones se disponían en hileras paralelas de tiendas, en cuyos extremos se situaba la del centurión.
Según los relatos de los autores antiguos, en los campamentos romanos había buhoneros y prostitutas indígenas. También nos hablan de la baja moral de los soldados, que no tenían excesivo interés en volver a Roma para pasar a engrosar las filas de los desheredados de las ciudades. Además, muchos de ellos establecían sólidos vínculos con las poblaciones locales.
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