Escuadra de albañil procedente de la necrópolis de Attino
Decoración del hipogeo de Trebius Justus en la Via Latina (Roma), Albañiles trabajando
La artesanía
Zapateros, orfebres, alfareros, tejedores, etc. trabajaban en talleres, en los que solían también vender sus productos. Muchos de ellos eran muy pequeños, aunque otros podían llegar a reunir hasta 70 trabajadores. No debemos olvidar que también se realizaban trabajos domésticos como la panadería, confección, etc. elaborados en su mayoría por los esclavos en las grandes casas señoriales, alcanzando algunas a ser autosuficientes.
Normalmente existían dos tipos de talleres: los destinados al consumo local, que producían objetos menos elaborados y más baratos, y los destinados a la exportación, que servían productos sofisticados y a precios elevados. Algunas ciudades solían especializarse en productos concretos, alcanzando fama la cerámica de Arezzo o los bronces de Mantua. Los talleres solían ser propiedad de hombres libres, mientras que la mano de obra era en su mayoría esclava. Tejidos, vidrio, calzados, monedas, cerámica,... todo tipo de productos podía encontrarse en la mayoría de las ciudades del Imperio, ciudades que debían su urbanismo y la edificación a un amplio número de artesanos que demostraron su buenas maneras. El trabajo en la construcción solía ser realizado por hombres libres, aunque también encontramos esclavos y asalariados.
La mayoría de los artesanos se unían en "collegia" o agrupaciones para la defensa de sus intereses, germen de los gremios medievales.
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