miércoles, 24 de junio de 2015

Urbanismo Medieval


La ciudad medieval francesa de Carcasone

Toda la cultura europea durante la Edad Media tiene un acusado carácter agrícola. La ciudad medieval es una ciudad amurallada que aparece como lugar cerrado dentro del paisaje agrícola y forestal, sirviendo de fortaleza defensiva y refugio de los habitantes y campesinos del entorno, a la vez que constituye el mercado dentro de su área de influencia.
Tras la caída del Imperio Romano y las invasiones bárbaras, aparecen en occidente dos culturas importantes con concepciones totalmente diferentes de ciudad: el mundo islámico y el mundo cristiano, con la religión como centro de la civilización.

Ciudades cristianas

La Alta Edad Media está caracterizada por las sucesivas oleadas de invasiones que se sucedieron hasta el siglo X (los pueblos godos, germanos, musulmanes, vikingos, húngaros), que continuaron el proceso de ruralización y que imponen el feudalismo.
Las villas medievales tuvieron sus orígenes en las formas de explotación de los últimos tiempos del Imperio Romano y en las condiciones que se produjeron a raíz de las invasiones. Durante aquellos tiempos calamitosos, muchos pequeños propietarios prefirieron entregar su tierra a algún propietario poderoso y convertirse en siervos de éste a cambio de recibir su protección.
Así se va imponiendo poco a poco la sociedad feudal, donde un señor, era el dueño de las tierras. Un gran señor podía tener bajo su poder a cientos de villas, mientras que un feudo pequeño podía estar formado por una sola villa. La parte mas importante de la villa estaba formada por la casa señorial que muchas veces era un castillo fortificado.
 
Un vasallo arrodillado ante su señor realiza la inmixtio manum,un ritual que simbolizaba la protección que iba a recibir de él

Pero no sólo los señores feudales eran de condición laica, ya que también la Iglesia podía poseer tierras; muchos señores feudales también eran obispos.
Las ciudades tenían órganos de gobierno. Los ayuntamientos, castillos y las catedrales eran los edificios más importantes y eran el eje del gobierno de la ciudad, con lo cual los nobles feudales y obispos eran los encargados de dirigir las ciudades, prestaban homenaje a su rey y recaudaban impuestos.
Las ciudades cristianas no eran demasiado grandes y no tenían una desvinculación muy grande del campo, de hecho, muchos de sus pobladores se dedicaban a tareas agrícolas. Esto se debe a que los dos mundos, urbano y rural, están muy vinculados ya que uno depende del otro.
 En la baja Edad Media la situación variará. Las Cruzadas acercan a occidente y oriente, lo que favorecerá al comercio. Esto supondrá que las ciudades dejen de ser autárquicas y autosuficientes para pasar a comerciar y especializarse. Todo este proceso comenzó en Italia, donde llegaban productos de oriente, como la seda y las especias. Allí, la cantidad de bienes traídos desde oriente llego a ser tan grande que el comercio se fue extendiendo hasta cruzar los Alpes.

Un segundo sistema de comercio internacional se desarrolló en los mares del norte, de modo que la lana inglesa y paños flamencos eran llevados en barco por el Mar del Norte y el Mar Báltico a los puertos escandinavos y bálticos donde eran intercambiados por cueros, pieles, granos y madera.
Dentro de la ciudad existía un derecho jurídico llamado fuero que concedía a los villanos el privilegio de ciertos oficios, exenciones y obligaciones fiscales, y la celebración de ferias y mercados. Muchas veces se creaban ciudades donde la concesión de un fuero presentase una ventaja sobre el medio rural y favoreciese a la población de la urbe, tal es el caso de los cruces de caminos de los grandes ejes económicos, como el Camino de Santiago, los ríos navegables, la desembocadura o en el límite de la navegación, como por ejemplo en torno al Sena o en el Rin.
 
 La ciudad de León aprovechó la estructura romana.
Los elementos urbanísticos de estas ciudades van a ser heredados de los romanos y griegos. Se caracterizan por estar amuralladas, sus calles estaban organizadas de forma ortogonal, a pesar de que en algunas ocasiones se adaptaban al terreno y pueden parecer irregulares.
Las viviendas: las casas son muy humildes y no tienen sistemas de saneamiento, por lo que la vida se realiza en las calles y espacios públicos, como mercados, iglesias y plazas que se construyen en algunos casos porticadas para resguardar a la población de las inclemencias del tiempo.
Los barrios: dentro de las ciudades había segregación funcional. La ciudad estaba dividida en barrios y parroquias y en cada barrio o calle se agrupaban los diferentes oficios y gremios que controlaban la producción, la venta, los precios de los productos, la calidad y tenían ciertos privilegios. Hoy día existen calles como: la calle tinte, calle paños, calle zapateros, calle herreros; llamadas así por agrupar en el pasado a los distintos trabajadores de cada uno de los gremios en una calle determinada.
El mercado: en todas las ciudades se daba la existencia de plazas, en ellas se instalan los mercados y las ferias. En torno a la plaza se construían los edificios más importantes de la ciudad, como la Iglesia o la Catedral, el ayuntamiento, las casas gremiales, etc... Sin embargo el mercado no es permanente, el día a día de los ciudadanos estaba dedicado a cultivar la tierra y trabajar, y sólo en los días de fiesta se abrían los mercados. Aunque se podía ir a comprar los artículos de consumo a los productores, en sus barrios o calles.
 
Murallas de la ciudad medieval de Ávila.
Las murallas: el rey castellano Alfonso X El Sabio, definió la ciudad como un lugar cerrado por una muralla. Desde este momento la mayoría de ciudades se amurallan, tanto por motivos defensivos como con el fin de colocar una frontera territorial y judicial para los distintos fueros. También sirvieron para controlar la percepción de los impuestos de paso: portazgos, pontazgos y derechos de almacenaje. La muralla ,que al principio estaba un poco alejada de las casas para facilitar la defensa, pronto fué alcanzada por los edificios que incluso se podrían adosar a ella. La muralla imponía los límites de la ciudad, por ello las calles se fueron estrechando y se hicieron más irregulares, ya que todo el mundo quería vivir dentro para aprovechar sus fueros y no tener que pagar cada vez que se entrara a la ciudad. Aún así, cuando la ciudad no podía soportar más población, continuaron construyendo barrios fuera del recinto amurallado, llamados arrabales.

Como hemos dicho, en teoría la idea de la ciudad en la Edad Media es ser ortogonal, pero debido a las diversas ocupaciones y a la organización inicial de cada núcleo, conforman, con el paso del tiempo y la colmatación urbana, una ciudad irregular.
Con todo esto, podemos señalar distintos tipos de planos de las ciudades medievales cristianas:
 
 Lúbeck, modelo de ciudad medieval lineal.
1.Las ciudades lineales o de camino, que se caracterizaron por su arcaica estructura: en ellas se confunden el camino y la calle. En estos casos podemos empezar a hablar de ciudad con la construcción de murallas y el trazado de calles perpendiculares a la principal.

2.Las ciudades de planta rectangular, ortogonal o de bastidas, que presentaban ya una estructura más compleja de carácter ortogonal. Además, estaban divididas en parroquias, y presentaban cierta jerarquización social del espacio.
 
Ávila, modelo de ciudad rectangular.

3.Las ciudades circulares, que estarían en torno a un Castillo o en algunos casos, a una iglesia parroquial o la Catedral, que afectan notablemente al trazado de las calles haciéndolas circulares.
 
Aviñón, una ciudad circular, construida en torno al Castillo Palacio de los Papas

En cuanto a población, las ciudades cristianas no eran demasiado grandes. La mayoría no supera los 15.000 habitantes. Algunos ejemplos de ciudades de este tipo son: Constantinopla (seguía siendo la ciudad más poblada cristiana por encima de París o Roma), Venecia, Pisa, Lübeck, Colonia, Brujas, Marsella y Valladolid.

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