miércoles, 17 de septiembre de 2014

Roma. Herramientas de asedio.



Una de las especialidades de la ingeniería romana, en este caso militar, fue la construcción de muy variados instrumentos de asedio, los tormenta.
En cada legión había un grupo de zapadores especializados, al mando de un praefectus fabri.
Entre las armas de asedio había aparatos defensivos, como los platei,unas pantallas de mimbre recubiertas de pieles y las vineae,estructuras de madera cubiertas por planchas de metal,con las que los legionarios podían acercarse hasta las fortificaciones enemigas.
Una vez en el pie de la muralla, intentaban derribarla minando las paredes por medio de túneles (cunicula), excavados con unos picos especiales, o golpeando con arietes, troncos de madera en cuyo extremo había una cabeza de carnero de bronce.
 Vineae con ariete incorporado.

Según los historiadores de la república romana, la catapulta o balista había sido inventada por los asirios, aunque otros historiadores atribuyen su invención a los griegos.
La catapulta y la ballistae se distinguían por el tipo de proyectil que lanzaban. La catapulta lanzaba piedras, mientras que la ballistae (“perforadora de escudos” en griego) lanzaba dardos de gran tamaño.
Los brazos de catapultas tenían en su base unas bobinas de torsión,hechas con cuerdas, tendones de animales y en algunas ocasiones con cabello humano.Las catapultas y balistas se montaban por medio de tornos manuales, sujetando la cuerda con una gaza y soltándola al accionar un gatillo, La fuerza del lanzamiento y el alcance podía graduarse variando el diámetro de los resortes con unas arandelas de bronce.
Cada pieza disponía de sus propias tablas de tiro, elaboradas mediante complejas formulas matemáticas que tomaban en cuenta el tamaño del proyectil, la distancia y el grosor de la muralla objetivo. Y los proyectiles de piedra se recubrían con una capa de escayola, que conseguían darle una forma más redondeaba, con lo que se mejoraban sus capacidades balísticas.
Algunos de los mejores ingenieros romanos, como Ctesebio, llegaron  a proyectar catapultas de repetición, el polybolos,que no resultaron efectivas por las limitaciones del material usado en la época.
Cada legión disponía de 60 balistas y catapultas, que resultaban muy eficaces contra empalizadas de madera y muros de ladrillo. Cesar las utilizo incluso en campo abierto, y su uso se generalizo durante las campañas del imperio.
En el sitio de Jerusalén por el emperador Tito se empleo por primera vez el scorpio, una balista que lanzaba dardos de 70 cm de longitud, capaces de atravesar una armadura a 400 metros de distancia. También se utilizo una enorme catapulta, capaz de lanzar proyectiles esféricos de piedra de 45 kilos de peso con un alcance efectivo de 200 metros.

Estas armas eran de tiro tenso y bajo con una elevada velocidad de salida. Según Josefo, al comienzo del asedio de Jerusalen, los defensores judíos eran capaces de ponerse a cubierto y evitar el impacto de los proyectiles, ya que el color claro de las piedras les permitía seguir su trayectoria. Así que los romanos comenzaron a pintar los proyectiles de colores oscuros.

En los siglos posteriores, las balistas se hicieron más potentes y precisas. Su versión mas elaborada fue la cheirobalista, alrededor del año 100 d.c., cuyos resortes incorporaban unos elementos metálicos que aumentaban considerablemente la fuerza del disparo. Los tensores iban resguardados en unos cilindros metálicos que los protegían de las inclemencias meteorológicas y de la suciedad.

El onagro, la clásica catapulta de un solo brazo se empleo a partir del siglo IV.Era capaz de lanzar un proyectil de 80 kilos a 800 metros de distancia, y se necesitaba una dotación de 8 hombres. Se debía montar sobre un bastidor de madera o una plataforma de piedra o ladrillo, para resistir el tremendo golpe del brazo propulsor en el momento del disparo. Y se le llamaba onagro (asno)  por las “coces” que daba a los sirvientes.En ocasiones se colocaba delante un armazon de madera almohadillado para tratar de frenar un poco el tremendo golpe del brazo.
 Pero la más lograda maquina de asedio romana fue la torre de asedio.

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