El edificio fundamental y materialización de los ideales estéticos griegos es el Templo, concebido como residencia del dios, no como un lugar de oración o recogimiento para los fieles; de ahí que su concepción del espacio interior carezca de relevancia arquitectónica: lo que importa es la concepción del espacio exterior, su volumen.
Templo de Zeus en Olimpia, 457 a.C. Residencia del dios
Templo de Zeus en Olimpia, 457 a.C.
Se rige por los mismos principios que hemos visto para el urbanismo:
Conjuntos proporcionados.
Arquitectura (el templo) para ser vista, contemplada.
El edificio se concibe como una escultura.
La belleza es, ante todo, proporción y medida (la antítesis del colosalismo egipcio). Armonía visual.
A esa importancia de la armonía se debe la aparición de los órdenes.
Concebida desde la dimensión humana (por y para el hombre), aunque pueda servir para honrar a los dioses.
El modo en que estaban organizadas las polis griegas no facilitó el desarrollo de una arquitectura palaciega.
Propileos de la Acrópolis, plano de conjunto
Sí permitió, sin embargo, el desarrollo de otros edificios: teatros, santuarios, gimnasios, etc., que combinan los ideales de belleza con soluciones prácticas de primer orden.
Teatro de Epidauro
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